Avisos Importantes
La Importancia del Testimonio

El Testimonio (Pr. 24:11-12)
Todo hijo de Dios debe dar testimonio de su transformación por medio de Cristo. El deber de los cristianos de tomar parte en la vida de
TESTIGOS GANADORES DE ALMAS (Mt. 4:19)
Debemos ganar almas porque es correcto obedecer un mandato de Dios y porque tenemos la integridad y carácter para ir a ganar almas.
Todos los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido. (Mt. 5:16)
TESTIGOS PREPARADOS
Lo que decimos debe estar unido a un compromiso con Jesús como Señor; además debemos tener una actitud humilde, una conciencia limpia, y una buena conducta (1 Pe. 3:15, 16). A medida que confiamos en Dios, Él puede hacer a las personas receptivas a una conversación de porqué tiene sentido creer en Cristo. Una vida buena más buenas razones hacen un testimonio poderoso.
LOS QUE TESTIFICAN EN CUALQUIER LUGAR
Un testimonio simple y sincero de nuestra fe personal en Cristo puede ser un poderoso testimonio. Pero no podemos parar ahí, cualquiera que sea nuestra preparación. Tenemos razones sólidas para creer que Jesús es el Hijo de Dios. (Hch. 4:20; 16:31; Hch. 1:8)
TESTIGOS DE LA RECONCILIACIÓN
La reconciliación es don del Padre. Solo Él puede realizarla. Representa ante todo una llamada que viene de lo alto: (2 Co. 5:20)
CONCLUSIÓN
Cuando somos hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús, nos hacemos responsables de hablarles a los demás de Cristo. No hay mayor privilegio que el compartir el amor de Dios con otras personas.
NO TE DES POR VENCIDO...

Pablo nos dice en la Carta a los Romanos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman (Romanos 8:28). O sea, que si tú amas a Dios, todo estará dispuesto para tu bien. La pregunta es: ¿Qué significa amar a Dios? Hay varias respuestas posibles para esta pregunta, pero hay una que es definitiva. En el capítulo 14 del Evangelio de Juan aprendemos que demostramos nuestro amor a Dios, obedeciéndolo (Juan 14:15, 21; 23-24). Es lógico ¿quién podría decir que ama a su padre, pero no lo obedece? Sería un amor falso, no verdadero. Por lo tanto, si amamos a nuestro Padre celestial, nuestro único y verdadero Padre, debemos obedecerlo en todo y sin vacilar.
Por lo tanto, la enseñanza de Pablo en la Carta a los Romanos dice: Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo obedecen. Una de las principales actitudes de obediencia a Dios es aceptar Su voluntad. ¿Por qué? ¡Porque Dios sabe lo que hace! ¡El Señor siempre tiene una razón, un propósito! No es necesario que nosotros comprendamos. ¡Simplemente deja que Dios haga su voluntad y que todo sirva a Sus propósitos perfectos!
Obedece Su palabra y acepta Su voluntad, siempre, sea lo que sea, te irá bien, porque El Señor lo dispondrá todo para tu bien. No siempre parece así. Muchas veces cuando estás en medio de la tormenta piensas que no lo vas a lograr, pero Dios consigue Sus mayores victorias en aparentes derrotas.
Tal vez tu problema tenga el objetivo de fortalecerte y dotarte para que des fuerzas a los demás. Tal vez tu situación te lleve a una victoria muy superior, que aún no has visto, porque no tienes la perspectiva de Dios. Jesús en el jardín de Getsemaní le pidió a Su Padre que evitara su martirio y crucifixión, pero que se hiciera su voluntad (Mateo 26:39). Dios no evitó la muerte de Jesús, pero lo resucitó y le dio autoridad total sobre el cielo y la tierra.
De modo que, ¡No te des por vencido! ¡No te hundas en tus dudas y temores! ¡Haz de tus problemas, situaciones y circunstancias, tu esperanza y tu fortaleza de fidelidad a Dios! ¡Toma tu barca y hazte a la mar otra vez! ¡No temas a la tormenta que no tiene que ser el fin, sino el comienzo!